Volvía otra vez a recorrer aquellos destinos a ningún lugar, aquellas tardes cualquiera llenas de locuras, aquella sensación de total y absoluta libertad y felicidad. Volvía otra vez a él. Y no podía negarlo, por muy mal que estuviera, él era y es la mejor decisión que no quería dejar de tomar.
Los años pasaban, pero la forma que me miraba no cambiaba ni envejecía y yo me seguía derritiendo ante aquellos ojos verdes llenos deseos y cierto aire de inocencia. Era una de las miradas más bonitas que había visto en mi vida, y no porque es quien es, que también, sino porque tenía la capacidad de mover mi cielo y mi tierra juntos. Entonces le tomé de la mano mientras el acariciaba mi pierna y le besé profundamente. Adoraba que lo hiciera de manera inesperada.
No importaba nada, ni el tiempo o las circunstancias.
No importaba el hecho de que les creyeran locos.
No importaba lo que fuera a pasar mañana.
En ese preciso instante, no importaba nada más que el y yo y nuestros deseos por desgastarnos el alma, el corazón y la piel.
Champagne supernova - Oasis