Y llegó el día en el que ya no sabía lo que hacía que incluso mis canciones dejaron de contarme cosas. Buscaba algo de esperanza en U2, o incluso esos grandes clásicos del señor Springstein o hasta podría decir que Ivan Ferreiro y nada, ni un pelo de punta, ni una mínima subida de adrenalina o una leve alteración del pulso, absolutamente nada.
Nunca había llegado a sentir tanto conformismo emocional. Mire al techo mientras dejaba que sonaran varias canciones durante toda la noche y recuerdo que al menos suspiré una vez. Por el momento seguiré con el transcurso de mi vida, esperando algo que me devuelva de nuevo a la vida.
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