sábado, 17 de marzo de 2012

Pensión completa

Antes que nada, perdona si huele un poco a cerrado, hacía mucho tiempo que nadie se alojaba aquí, y menos aún con la intención de quedarse. Ábreme bien de puertas y ventanas. Que corra el aire, que entre la luz. Ponte cómodo, estás en tu casa. Yo, por mi parte, lo he dejado todo dispuesto para que no quieras mudarte ya más. Puedes dejar tus cosas aquí, entre los años que te busqué y los que te pienso seguir encontrando. Los primeros están llenos de errores, los segundos, teñidos de ganas de no volver a equivocarme otra vez.
El espacio es tan acogedor como me permite mi honestidad. Mis recuerdos los dejé todos esparcidos por ahí, en cajas de zapatos gastados de merodear por vidas ajenas. No pises aún, que está fregado con lágrimas recientes y podrías resbalar. Yo te aviso.
El interruptor general de corrientes está conectado a cada una de tus sonrisas. No sé si te lo había comentado antes pero la estufa la pones tú. Tampoco me funciona bien la lavadora. Hay cosas del pasado que necesitarán más de un lavado y, hay cosas del futuro que acabarán gastándose de tanto lavarlas. Eso sí, no te preocupes por lo que pase con las sábanas, que las mías lo aguantan todo.
El resto, no sé, supongo que está todo por hacer. Encontrarás que sobre algún tabique emocional, que falta alguna neuroa por amueblar y que echas de menos, sobre todo al principio, alguna reforma en fachada y estructura.
Por cierto, antes de dejar que te pongas cómodo.
Dime que tienes toda la vida y voy pidiendo presupuestos.
Dime que tienes toda la vida y voy encofrando mis nunca más.

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