El sofá azul, las mantas al rededor y la chimenea al frente. Tan solo escucho su respiración y con eso era más que suficiente. Entreabro los ojos, siento sus besos más fuerte que nunca y me dejo llevar.
Porque te das cuenta de que nada tiene sentido, pero todo es demasiado genial. Los besos, las sonrisas, el vino, el sexo, las duchas e incluso preparar postres para terminar pringados por toda la cara y siempre entre medio los pequeños e intensos momentos de pasión, a todas horas.
Que puedo decir... Perfecto.
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