domingo, 17 de julio de 2016

El destino y sus coincidencias

Los colores se difuminaban a su paso creando una mezcla indescriptible, los olores se avivaron bruscamente y su corazón de repente se detuvo durante un par de segundos. Había unas cuantas personas a su alrededor pero ante todo estaba él, él y su mirada fija. Si, no podría negar que aquello era más que estupendo. Ella siguió adentrándose, intentando no darle importancia a todo eso y siguiendo con su vida. Pero no podía dejar de pensar en él, en su aspecto peculiar, tan cuidado y a la vez un poco desaliñado. El pelo de punta, un poco revuelto  y unos vaqueros que le quedaban la mar de sexy. Y esos ojos verdes, esos ojos que hacen que cualquier chica sonría bajando la mirada...







miércoles, 6 de julio de 2016

Se lo que estas haciendo... lo veo claramente.

El peor sentimiento que puedes sentir hacia una persona es decepción; ni odio, ni tristeza, ni envidia, ni desprecio. La decepción es como esa ducha de agua fría que cae al principio en pleno invierno, no te lo esperas para nada pero te abre los ojos en un segundo. Hace tiempo, que si somos relativos no es mucho, conocí a una persona, ese tipo de persona que te llama la atención (y no tiene porque ser por amor o si, cada quien sabe) porque era diferente a los demás, porque no pensaba como el resto de gente vacía y sin principios. Porque en esta sociedad de hoy en día donde solo importa tu propia satisfacción, él iba en contra de todo aquello, le daba igual el que dirán.  No era superficial, valoraba lo que había  dentro de las personas, una persona sencilla y un corazón tan grande como el mar, ese tipo de personas inconscientes de su poder y de todo aquello que pueden llegar a ser. Entonces, con todo el miedo del mundo te abres a esa persona y empiezas ser como eres porque sabes que no te va a juzgar.  Las horas se te pasan volando y no sabes porque pero tienes una confianza absoluta, sientes que le contar lo que quieras cuando quieras, te escucha y de alguna u otra forma te entiende aunque seáis completamente diferentes. Hacéis millones de planes porque tenéis las mismas ganas de comeros el mundo. Y de la nada le tienes cariño porque no todos los días se encuentra a alguien así. Alguien con quien sientes que puedes contar, un amigo, colega o compañero de historias locas.
En general se podría decir que así es como un hombre luce realmente, así es como un hombre de verdad se comporta;  algo que no se encuentra todos los días.

Pero como  todo lo malo que llega en esta vida, sin esperártelo, esa persona ya no es la misma, ha cambiado y no para bien. Esa persona con la que tenías ganas de salir y ver y hablar del tiempo, el destino o cualquier tontería de la vida misma, se convierte en el típico prototipo robot de una persona superficial, que dice comentarios fuera de lugar. Sus conversaciones son cada vez más escasas y vacías, sus consejos y sus apoyos son meramente inexistentes. Ya no confías en él, de hecho crees que ni siquiera es honesto del todo contigo. Todo ese encanto que le caracterizaba parece que hubiera sido ilusorio. Y es ahí cuando aparece la decepción. Decepción de ver esta persona de ahora que no vale ni una cuarta parte de quien era en realidad. Ese hombre de verdad, había dejado de serlo.

Entonces intentas que esa persona vuelva, le buscas por si a lo mejor esta escondida por algún lugar; por si le da miedo salir pero no obtienes respuesta. Y con toda la pena del mundo, decides alejarte de ese desconocido que alguna vez fue un buen conocido. Decides coger tus maletas y seguir otro camino. Si algún día le conocéis, decirle que no importa cuanto tiempo pase o en que parte del mundo esté, cuando se trate de él, no de el de ahora, sino de aquel hombre de verdad que era, yo siempre tendré las puertas de mi vida abierta por si quiere volver.


Barely breathing - Glee cast 

'Cause I'm barely breathing 
And I can't find the air
Don't know who I'm kidding 
Imagining you care

And I could stand here waitning 
A fool for another day 
I don't suppoese it's worth the price 
It's worth the prince that I would pay 





martes, 5 de julio de 2016

24

24 años, se dicen poco y me pongo a pensar en mi vida. Esa acumulación de capítulos de un libro escrito por mi puño y letra cuyas historias, muchas de ellas se han plasmado aquí. Con cada reflexión y cada momento. Cada error, cada fracaso, cada borrachera, cada lágrima, cada aprendizaje. Cada éxito, cada risa, cada vuelco al corazón. Con cada uno de mis actos y pensamientos y todas sus respectivas consecuencias. Y aunque envejezca, pasen los años y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido como dice mi buen amigo Sabina, siempre se caracterizará por ese ligero toque de falta de cordura, con esas ganas de vivir que no marchitan y esa falta de autocrítica a mi voluntad. Pero así, con lo bueno y con lo malo he aprendido a aceptarme y a quererme. Porque dentro de mi vive esa pequeña niña inocente que cree los imposibles, esa mujer guerrera que lucha por salir ante las adversidades que le ha puesto la vida, esa pupila de mente sucia y autodestructiva a la cual el fin le justifica los medios o esa profesa que quiere que restaure mi fe en la humanidad. Todas y cada una de ellas soy yo. Después de 24 años te das cuenta que no hay mayor satisfacción que el sentir y reconocerte a ti mismo. Que no quiero ser nadie que no existe, no quiero buscar una vida creada por alguien que no sea yo, ni alardear de una muerte que esta más que anunciada. Hay que abandonar ese criterio de nuestro propio idilio del caos, que no necesitamos a nadie más que a nosotros mismos para salvarnos. Porque aunque ese caos tan asfixiante me encuentre y me encontrará, aunque hayan días que me levante sin saber quien soy y engañe mi realidad con copas de alcohol. Aunque sienta que cada uno de los cimientos se destruyen y den rienda suelta un estado incontrolable de decadencia e incondición; sabré con certeza  aquellas palabras que escribió William Ernest Henley en una de sus mayores genialidades: 

"soy el amo de mi destino, soy el capital de mi alma".