Nunca me gustaron aquellos días eternos y universales, ni las luces
amarillas, ni las carreteras señaladas. Nunca he podido acostumbrarme a las
costumbres, lo típico, los tópicos y las barreras. Me pierdo en lo simple. Me
desquicia lo cotidiano. Supongo que por eso me encanta el movimiento de sus
labios en la situación más contrariada y sus manos temblorosas por no saber
dónde colocarse a modo de agradarme. Lo que él no sabe aún es que su mirada me
sostiene y que me encanta el recorrido que ella hace en el momento en el que me
ve, es como la carretera menos señalada que jamás he visto y por la que me
encanta perderme. Que no es el típico ni está hecho de cotidianidad.
WC
WC
No hay comentarios:
Publicar un comentario