jueves, 7 de febrero de 2013

Cinco minutos en el vacío

Hacer promesas que no sabes si vas a cumplir es como saltar desde una azotea sin saber que tienes alas. Y yo he saltado de demasiadas azoteas con unas alas que ahora no se si funcionan. Me he estrellado contra mil suelos distintos y me he levantado destrozada pero con ganas de saltar otra vez. Porque aprendí que lo que cuenta no son las veces que te caes, sino las que te levantas y porque me enseñaron que todos estamos hechos de nuestros aciertos y nuestros errores, por eso estoy orgullosa  de cada uno de ellos. 

Y me da igual que vengan mil inviernos más y a más alturas que seguiré estando lista para saltar. 
O quien sabe, quizá deje las azoteas una temporada y empiece a lanzarme en el precipicio de su mirada, porque el vértigo que me provoca no tiene nada que envidiar a un salto desde el Empire States. 




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