Es tan puta que te pone frente a ti una persona con esa mirada que a veces dice "tengo ganas de jugar más y mas" pero a la vez tan seria que parece que tuviese un cartel de "prohibido acercarse". Algo que hace que el sensor de mi alocado subconsciente se encienda... Mientras, al fondo del autobús dicen que la distancia se mide en ganas, y si es así, yo debería estar metido en el fondo del vicio de su tentación..
¿Cual es la solución?
Hoy dejo a un lado las letras y me quedo con la compañía del gran Tommy Dorsey
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