viernes, 27 de mayo de 2016

Mañanas

Doy vueltas por mi habitación, pensando que ahí estaba él. Hasta dormido, Mr. Brightside tenía ese encanto del que nunca me había podido desprender. No me había acostado con él, ni siquiera le había besado. Y aunque una parte de mi echaba de menos aquellos besos con locura, esas noches en las que el vino y el sexo eran protagonistas en nuestra historia, nuestro libro ya se había acabado.
Pero anoche era diferente, nos necesitábamos y nos buscamos, bebimos y hablamos, de la vida, del arte, de la ciencia, de la política y como no, del amor. La verdad, no he conocido a nadie que admire tanto como a él. El siempre será dueño de una parte de mi y viceversa. Nunca nos habían entendido, y nunca pretendimos que lo hicieran, supongo que esa era la magia que teníamos. Entonces se despertó, con la calma de siempre, se acercó a mi y me dio un beso en la frente. 
-Deberías irte a casa - le dije. 
-¿Es lo que realmente quieres?
No sabía que contestar, el silencio habla y la realidad se presenta en su estado más puro. Nunca he podido desprenderme de aquellos ojos verdes, me hacían perderme en el infinito e interrumpían mis pensamientos. 
-Siempre tengo muy claro lo que quiero hasta que me miras. 
Coge sus cosas y sale de habitación
-¿Te vas? ¿Así? - le pregunto un tanto desconcertada
-Voy a hacerte el desayuno.
 Y una pequeña sonrisa me salió, hacerme sentir especial era su especialidad.









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