sábado, 26 de enero de 2019

Sabados desordenados

Llevaba tanto tiempo ocupada en otras cosas que no se había dado tiempo para verse realmente a si misma. Estaba delante del espejo y decidió verse, pero no como todos los días, verse de verdad. Sus ojos era diferentes, eran grandes y expresivos. Tenía unos ojos chocolate que armonizaba bien con sus facciones, que contaban historias de madrugada. 
Se vio a si mima, con sus imperfecciones. Pero no se asustó, de hecho, justo lo contrario. Se enamoró de esa chispa que desprendía y esa dulzura. 

Se vio real. 
Se sintió real. 
Su apariencia era real y por un momento se gustó y sonrió. 

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